La productividad se refiere a la capacidad que una empresa tiene de producir a menor costo que sus competidores, pero no por ello más clientes contratarán sus servicios. La competitividad, por su parte, es la capacidad que una empresa tiene para destacar respecto a sus competidores y, por ello, hacerse elegir por los potenciales clientes.
Si además entendemos como sistemas de gestión de calidad como una estructura operacional de trabajo, bien documentada e integrada a los procedimientos técnicos y gerenciales, para guiar las acciones de la fuerza de trabajo, la maquinaria o equipos, y la información de la organización de manera práctica y coordinada y que asegure la satisfacción del cliente y bajos costos para la calidad, es fácil establecer entonces una relación directa entre estos sistemas y el aumento tanto de la productividad como de la competitividad empresarial.

Ventajas de los sistemas de gestión de calidad

  • Fortalecen la imagen de la empresa frente a los clientes actuales y potenciales al mejorar de forma continua su nivel de satisfacción. Ello aumenta la confianza en las relaciones cliente-proveedor siendo fuente de generación de nuevos conceptos de ingresos.
  • Aseguran la calidad en las relaciones comerciales.
  • Facilitan la salida de los productos/servicios al exterior al asegurarse las empresas receptoras del cumplimiento de los requisitos de calidad, posibilitando la penetración en nuevos mercados o la ampliación de los existentes en el exterior.
  • Mejoran la calidad de los productos y servicios derivada de procesos más eficientes para diferentes funciones de la organización.
  • Introducen la visión de la calidad en las organizaciones fomentando la mejora continua de las estructuras de funcionamiento interno y externo y exigiendo ciertos niveles de calidad en los sistemas de gestión, productos y servicios.
  • Decrecen los costos (costos de no calidad) y crecen los ingresos (posibilidad de acudir a nuevos clientes, mayores pedidos de los actuales, etc.)
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